Bitácora personal

jueves, 11 de enero de 2007

Teresa Doueil

Asisto al funeral de Teresa Doueil. Para quienes no la conocían pueden ver los
obituarios de El Correo y El País

Cuando vas a un funeral de alguien que conociste de la que tienes buenos recuerdos, pero a la que no has visto hace años, la sensación y constatación de pérdida es inevitable. Si además te enteras que durante años ha sufrido una enfermedad degenerativa que le afectaba a su mente todavía lo es más.

Es la sensación de que perdiste la oportunidad de charlar y divertirte con ella para siempre. Yo la recuerdo con una actividad desbordante, con una capacidad enorme para establecer relaciones. Recuerdo sus cenas donde era capaz de mezclar gentes muy diversas con total naturalidad. Recuerdo una cena en la que participamos juntos la señora consul de los Estados Unidos (cuando Bilbao estaba en el mapa del imperio) y un servidor, entonces conspicuo miembro del EMK. No recuerdo de lo que se habló, cosas seguramente bastante intrascendentes, pero sí que fue agradable ( a pesar de mis nervios). También es verdad que, aunque ETA en aquel tiempo mataba y mataba, lo hacía con seres en general anónimos que no interrumpían las relaciones entre gentes muy diferentes. Me resulta curioso pensar como podíamos algunos, probablemente Teresa no, sentirnos blindados de aquello. Probablemente, lo digo como descargo, teníamos tan cerca el horror del franquismo, que no eramos capaces de percibir con toda intensidad el horror de ETA.

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